José Gotopo - 2012
En los últimos diez años los
actores del mundo político nacional cambiaron, nosotros los pintores por apáticos,
prepotentes y ermitaños nos quedamos fuera de la jugada, en la Asamblea Nacional
no hay nadie que levante la mano por la pintura y paradójicamente el presidente
de la república es un pintor amateur. Hemos pasado de una exclusión a otra,
antes porque éramos de izquierda, ahora porque somos una elite y no pintamos
como ingenuos o primitivos. Si hay algo que no se perdona es que una persona
venida de la pobreza haya triunfado en la cuarta república, porque su triunfo
echa por tierra una falsa filosofía donde ser pobre es un valor en si mismo, si
un pobre venció a la pobreza y se catapultó por encima de los obstáculos, se
convierte en un estorbo, alguien que desmiente la oralidad de la teoría.
Ese concepto de que el pintor no debe
inmiscuirse en política, es una treta para mantenerlo en silencio, hemos pagado
bien caro ese aislamiento
A los pintores las instituciones nos
llaman para exponer en una exposición colectiva en el marco de la celebración
del aniversario de la institución y en ultima instancia para ser condecorado
con un botón de honor el día del artista plástico, ese día nos meten en un saco
a todos a “Tirios y Troyanos” y de esa
verbena salimos contentos porque nos encanta una condecoración. A veces uno lee
el currículo de algún celebre pintor venezolano y queda exhausto con el numero
de condecoraciones que ha recibido. A los burócratas grises les encanta cerrar
su gestión condecorando a todos los artistas, y nosotros salimos corriendo a
recibir la condecoración.
En 1970 el pintor catalán Antoni
Tapies dijo que los museos eran las catedrales del futuro y creo que se
equivocó porque a las catedrales va mucha gente, sean fieles o turistas y a los
museos en Venezuela aunque son gratis no va casi nadie, los museos de Venezuela
tienen de todo, excelentes salas, colecciones, sabios en la materia, lo único
que les falta es público, a pesar de que el gobierno revolucionario lucha a
brazo partido contra el capitalismo, los venezolanos suelen reunirse en los
centros comerciales, así que no esta demás que los pintores pensáramos en la
posibilidad de exponer a futuro en los centros comerciales, ya que los museos
perdieron el poder de convocatoria y no se sabe a ciencia cierta cual es su
política, hacia donde están orientados. Particularmente creo que estos lugares
dirigidos por una casta sacrosanta deben dejar de un lado la exclusivista tarea
de sacralizar la obra de arte y orientarse hacia una labor mucho más
pedagógica, de desmitificación e inclusión donde los niños sean los
protagonistas, a fin de garantizarnos a futuro una generación de venezolanos
sensibilizados con el arte, desprejuiciar el museo que conocemos, donde no se
habla, no se toca, no se come, donde los niños no pueden correr, ni jugar y donde las inauguraciones parecen
fiestas de un club privado. Aspiramos un museo donde el hombre de la calle pueda confrontarse
con la obra de los grandes artistas universales, también con los cultores
populares que le dan sentido de pertenencia e identidad a su comunidad.
Durante años de educación
exclusivista se le hizo creer al hombre de la calle que los museos eran lugares
para un elite y la gente interiorizó esa información, y aún no hemos podido
derribar ese prejuicio, cuando los obreros asistan con naturalidad a un museo
será porque se ha iniciado una verdadera democratización de la cultura.
Los artista que habitamos en el interior del país creímos que con la
salida de la señora Sofía Imber del monopolio de la Red de
Museos de Venezuela, cesarían las trabas burocráticas que impiden la
posibilidad de que nosotros podamos exponer en los museos de Caracas,
lamentablemente las trabas burocráticas persisten y los museos de la capital no
están interesados en lo que nosotros hacemos, mucho menos podemos esperar que
aparezca alguna institución que promueva
la obra de los artistas regionales en el exterior, cada quien debe asumir su proyección
como un asunto personal, a diferencia de la política cultural cubana, que con
menos dinero sus artistas han llegado mas lejos, eso indica que es un asunto de
gerencia mas que de recursos.
Para exponer en alguna embajada o
consulado de Venezuela en el mundo hay que ser amigo intimo del embajador o del
cónsul, es decir por lo menos haber
jugado metras con él, de lo contrario te puede suceder como a mi que los
cónsules de Nueva York y Paris me ofrecieron sus salas de exposiciones, siempre
y cuando me costeara mi boleto y mi estadía en esa ciudades. Acaso los agregados culturales de las
embajadas están imposibilitados a establecer
un tipo de enlace con el Departamento de Asuntos Internacionales del
IARTES, a fin de que los artistas invitados a proyectar la cultura de Venezuela
en el mundo no naufraguen por falta de recursos.
Cada vez que conozco algún agregado
cultural de la revolución, recuerdo al pintor falconiano Olimpio Galicia Gómez,
poeta, cuentista, editor, promotor cultural, eterno militante de izquierda, técnico
en construcción civil, ingeniero, luchador social, docente universitario, posee
todas las credenciales para cumplir a cabalidad las funciones de un agregado
cultural, pero tiene varios elementos en su contra, no tiene ningún padrino en
el partido y lo peor no vive en Caracas, santuario nacional donde se cocinan
todos los cargos. Los artistas que militamos toda la vida en la izquierda esperábamos
ser llamados a trabajar en función de la construcción del país que todos
soñamos, pero los oportunistas y su clan de disfrazados nos ganaron la partida,
paradójicamente otra vez nos excluyeron y tal vez existan razones; cuando el
presidente Chávez hizo el primer llamado para la constitución de la Asamblea Nacional ,
se postularon y ganaron su derecho a voto escritores, cineastas, cantantes de
música venezolana, promotores culturales, mucha gente ligada a la cultura,
menos los pintores, siempre considerándonos por encima del bien y el mal,
elegidos de Dios en nuestra arrogancia, apáticos hacia el mundo de la política,
alérgicos a cualquier tipo de trabajo comunitario, históricamente incapaces de organizarnos,
deberíamos recibir clases de los pescadores y de los buhoneros, eso si, siempre
dispuestos a la bohemia para luego hacer talco a nuestros colegas, con
comentarios lapidarios.
Tampoco podemos echarle toda la culpa
al gobierno, porque el primer Ministro de Cultura que designo el presidente
Chávez fue el pintor Manuel Espinoza, quien no hizo ni la cuarta parte de la
gestión que ha realizado el maestro José Antonio Abreu a favor del Sistema Nacional de las Orquestas Juveniles e
Infantiles de Venezuela, que se han convertido en el símbolo de la
cultura gubernamental, cuestión que hay que admirarle al maestro Abreu, puesto
que recibió todo el apoyo del Dr. Luis Herrera Campins y luego fue Ministro del
Bachiller Carlos Andrés Pérez y ahora es un símbolo de este gobierno, su alumno
Dudamel es la punta de lanza de todo el sistema, un artista genial sin duda
alguna, ojala los gerentes de la cultura comprendan que nos es el único, puesto
que el país esta colmado de valores humanos trascendentales
A estas alturas nadie recuerda al
pintor Manuel Espinoza, ni nada que haya hecho favor del crecimiento de la
actividad pictórica en nuestro país, da la impresión que la pintura va de ultima y con la lengua
afuera, hemos visto con buenos ojos como el gobierno a repotenciado al cine
nacional, también hemos aplaudido las miles de nuevas publicaciones, editadas
por las imprentas del gobierno, entusiasmados hemos asistido a los festivales
nacionales de teatro y poesía, pero que pasa con la pintura, será que siguen
viéndonos como una elite de constructores de objetos lujosos destinados a
decorar las casas de los ricos, es bueno que el gobierno se entere que el 90%
de las galerías comerciales dirigidas por empresarios pudientes cerraron sus
puertas y abrieron en otros países, la mayoría de los pintores de este país, están
pintando obras tamaño carta y hasta mas pequeñas me atrevo a decir, por estas
razones estamos llamados a reinventar el oficio de pintor, rescatar la
versatilidad que tuvo en otros tiempos, donde el artista asumía obras por
encargo sin que esto desmeritara su lenguaje personal y sin perder su dignidad
de artista bajaba de su pedestal para realizar tareas menores como diseños de
vestuarios, escenografías, ilustraciones, afiches, emblemas, logotipos y otras
actividades que emparentaban al artista con los miembros de la comunidad.
No cabe duda que el maestro Dudamel
reinventó la imagen del director de orquesta, ahora el director sonríe, viste
con los colores de la bandera, puede interpretar a Mozart y a Simon Díaz con la
misma calidad, ya los músicos no están estáticos, también bailan y ya no están
obligados a venir de hogares pudientes, pueden ser clase media o venir de la
pobreza, esta es la bandera cultural del estado venezolano y como tal estos
músicos han recibido todos los privilegios. Ante esta situación que hemos hecho
los pintores; nada, ni siquiera hemos reflexionado, seguimos repitiendo los
mismos hábitos de ermitaños, solitarios a ultranza e individualistas. El
momento histórico se llama trabajo comunal pero lamentablemente no lo hemos
entendido.
En la ultima década el país cambió,
lo único que se mantiene refractario son los críticos de arte, las mismas
personas que durante cincuenta años se han dedicado a evaluar la obra de los
artistas. Es preferible pelear con el presidente de la republica y no caerle
mal a uno de estos señores, esta secta
culta, blindada y sacrosanta es capaz de hacerte añicos o elevarte, los
pintores somos piezas de ajedrez entre sus manos, frente a ellos es mejor no saber
hablar.
Los pintores llegamos a la
universidad con problemas de lectura y de escritura graves y así mismo nos
graduamos, hacemos una tesis que no tiene ni pie ni cabeza, pero otro pintor nos
evalúa y así superamos el trance.
Pasamos por la universidad pero estamos incapacitados para reflexionar sobre
cualquier cosa, inclusive nuestra propia obra, o la de los colegas, por eso
peregrinamos como mendigos detrás de algún intelectual para que escriba algo en
el catalogo de la exposición.
Todavía no sabemos que es un pintor con
nivel universitario, porque actuamos igual a los que fueron solo a la escuela
de arte, es decir somos torpes expresándonos oralmente y no estamos dispuestos
ni a leer, ni a escribir una cuartilla. Por eso no hay pintores que sean
dirigentes comunales, no, nos interesa ni la política, ni la filosofía, ni la sociología,
creemos ser personajes elegidos por la providencia y nuestro oficio está por
encima del bien y el mal, craso error porque en México el pintor Francisco
Toledo es el alcalde espiritual de la bella ciudad de Oaxaca.
Los concursos de arte otorgan premios
cuyos montos son para sentarse a llorar, el máximo evento, el Salón Arturo
Michelena otorga un premio de 30.000 Bs.f., esa cantidad es la que necesita un
artista para hacer una obra de gran formato y pagar el flete de envío al
evento. Esa cantidad no puede interpretarse como un premio, sino como una
compra simbólica, porque al fin de cuenta lo valioso aquí es el diploma. Hace
veinticinco años el ganador de este premio con el monto podía irse tres meses a
Europa, en la actualidad estos premios deberían incrementarse como ha sucedido
con los premios de literatura, “Rómulo
Gallegos” y “Víctor Valera Mora”, que ascienden a 100.000 Euros y 100.000 Dólares
respectivamente por ganador y el jurado esta conformado por extranjeros, así
evitamos los vicios.
Ser pintor y vivir en el interior del
país es algo que se paga caro, puesto que en Caracas es donde se cocinan las
oportunidades, somos un país escindido, Caracas se lo traga todo.
A comienzos del siglo XX, el
arquitecto que diseñó el Teatro Baralt llamó a un pintor para que resolviera el
techo, ahora en el siglo XXI. Todos los días se diseñan edificios, pero ningún
arquitecto convoca a un artista, esto se debe a que recibieron una enseñanza
donde el conocimiento es una parcela, hemos retrocedido.
Los comerciantes de arte modelaron el
gusto visual de los venezolanos, para vender un cuadro hay que pintar con
colores dulzones, un pintor de obras oscuras como Rembrandt se las hubiera
visto muy mal por aquí.
Los concursos de arte cumplen una
función: mantener en pugna y separados a los artistas, el ganador del premio
casi siempre se gana la enemistad de sus colegas, puesto que ellos creen que el
otro les arrebató el triunfo.
He dado batazos tan buenos como los
de mi paisano Maglio Ordoñez, pero como los gringos en la época de Gómez nos
enseñaron a jugar béisbol y no ha pintar a veces mis jonrones pasan
desapercibidos, pero en otras gradas lejanas aún siguen aplaudiendo: en Turquía
por ejemplo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario