martes, 8 de mayo de 2012

RADIO PANTANO


Pionero de las emisoras comunales en Venezuela


A mi hija Andrea Quetzalí, nenúfar iridiscente en el agua de mi corazón

“En cada barrio hay,
por lo menos un loco
en cada loco hay,
por lo menos un sueño
en cada sueño hay,
por lo menos un drama
fiel al loco que le dio la eternidad”

Rubén Blades


          Todavía no terminaban de ponerme la camisa blanca cuando mi madre me dijo: “esa señora que esta en la puerta va a ser tu madrina, así que te vas con ella hasta la catedral, allí te van a bautizar”.  La señora me tomó del brazo y nos fuimos caminando hasta la zona histórica de esa ciudad solar que llaman Coro, cuando pasamos frente al liceo Cecilio Acosta vi venir por la calle Ampies a un hombre diminuto, barbado y canoso, con una carretilla de madera y una jauría de perros mansos que lo seguían, enseguida le pregunte a María Capielo, ¿Quién es aquel extraño personaje? Ella sonriendo me respondió. “ahora si pues, no me digás que no conocés a radio pantano”.

           Mas tarde me entere que ese personaje mítico de la corianidad se llamaba Carlos Eugenio Ugarte, hijo natural de Otilia Ugarte, de su padre nunca se supo nada, muchos afirman que nació en Cabure de donde lo trajeron muy pequeño, otros dicen que nació en Coro, en la misma casa del barrio el pantano donde se crió, en la calle Miranda entre Riera y ese camellón de tierra donde vivían esos músicos geniales; los hermanos Palencia del grupo Duvisí, tan geniales que terminaron otorgándole nombre a la calle.


          El barrio “el Pantano” es una de las zonas mas populosas de la ciudad de Coro, a comienzos del siglo XX era un suburbio pantanoso, una ciénaga donde desembocan unas quince quebradas que atravesaban la ciudad de Coro y creaban un río de aguas limpias que succionaban los medanos y a su paso dejaban grandes lagunas en donde los lugareños solían ir de pesca o de cacería. Se presume que estas quebradas eran fuentes naturales de riego para los indios caquetíos que habitaron esta zona y tal vez está sea una de las razones para el posterior asentamiento de los españoles.


          Los conquistadores habían aprendido el arte de canalizar el agua en la lección de los moros del sur, por eso canalizaron el río Coro a la altura de Caujarao y por un canal de ladrillos bajaron el agua hasta varios puntos del centro de la ciudad, donde la gente disponía de agua fresca y limpia para usos domésticos.

          Para aquel entonces la ciudad era una arboleda con mejor clima, gracias a la presencia del agua canalizada. Este acueducto desembocaba en esa ciénaga movediza en la zona norte, que poco a poco se fue endureciendo.  Como es de suponer estos terrenos presentaban dificultad para ser habitados, no obstante la gente de bajos recursos, sobre todo criadores de chivos y pescadores de la zona occidental del estado llegaron a Coro con la esperanza de mejorar su nivel de vida y fundaron este barrio que fue dejando de ser pantanoso a medida que algunos aspectos de la modernidad fueron llegando a la ciudad, cabe mencionar la red de cloacas y la represa El Isiro que nos trajo agua potable por tubería y permitió que los hacendados se adueñaran   del acueducto diseñado por los españoles y mejorado por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. El canal de agua fría donde mi hermano Cruz y yo solíamos bañarnos fue truncado y solo llegaba hasta la huerta de mangos de Chichito Pulido, bordeando todas esas haciendas que enmarcaban el camino hacia el Río La Peñita, donde los estudiantes del Liceo Esteban Smith Monzón nos bañábamos cuando esta ciudad aún conservaba muchos encantos de la ruralidad. Con el agua por tuberías también llego la desaparición de los grandes bosques que alguna vez tuvo la ciudad de Coro, nombraré algunos El Bosque de la quinta el Palmar, El Bosque del Parque Los Orumos, El Bosque de la Sede del Ministerio del Ambiente, detrás de la residencia del gobernador, El Bosque de la Sede del INOS, en la calle Cuba del barrio San Bosco, El Bosque de la Calle Democracia Arriba, frente a la casa de Monche Martínez, El Bosque detrás del taller de Chucho Borregales, en el barrio Bobare y la Arboleda de Petra Gudiño donde solía bañarme en sus aljibes antes de que construyeran la urbanización Los Antonios. Todos estos bosques fueron muriendo lentamente como una migración de elefantes en el desierto.

          Aunado a eso las quebradas fueron recubiertas con concreto y el agua se hizo tan mezquina en sus causes que solo aparece cuando llueve a cantaros. De este modo la tierra se endureció, y los habitantes del barrio “El Pantano” comenzaron a forjar su destino en una ciudad que no fue nada fácil de conquistar, no solo por los problemas geodésicos, sino también por el orden jerárquico del mantuanismo coriano que siempre los vio como campesinos del suburbio,   ajenos al trazado cuadricular de la conquista.

          Lentamente la gente del barrio se integró a la dinámica de la ciudad y ha sido vanguardia en diversos géneros del conocimiento, cabe mencionar: La Música y el deporte. Un hermano de mi abuela, el músico Gilberto Riera compuso la canción El Pantanero, que es un himno para los lugareños. El trovador Asunción Riera a quien mi padre llamaba el sobrino, cantaba esta canción acompañado de su cuatro con una gracia y un ritmo único y si queremos mencionar a dos pantaneros universales, basta nombrar al guitarrista Yamil Marrufo y al pintor Adonay Duque.

          Pero le prometí a mi hija Andrea Quetzali hablarle de Radio Pantano y siento que me estoy dispersando; bueno hija Radio Pantano nunca fue a la escuela pero aprendió a leer y escribir de manera autodidacta, aprendizaje que mas tarde lo catapultaría a convertirse en un notable poeta. Su primer oficio fue la panadería, donde demostró habilidades de escultor, haciendo figuras con la harina que luego horneaba, para complacer a los clientes que solicitaban panes con formas tridimensionales reconocidas. Desde muy joven trabajo en la panadería de los hermanos Pelayo en la calle Colina, donde comenzó  a fluir su veta de artista, siempre inconforme con la vida cotidiana, pero su verdadera pasión fue la literatura, lector voraz, escritor de versos y declamador repentista. Pronto ganó popularidad entre los habitantes de la comarca, quienes lo reclamaban para que escribiera por encargo los obituarios, oficio que le permitió dejar la panadería y dedicarse por completo a la bohemia. De golpe el licor lo iluminó y en un acto de irreverencia apareció públicamente convertido en una especie de locutor – juglar que con una originalidad telúrica va narrando los acontecimientos más importantes de la ciudad.
          Con tablas irregulares y una rueda de metal construyo una larga carretilla a la que llamaba “La unidad Móvil”, acompañado de su entrañable perra “Ñeña”, a su teatralidad le fue incorporando diversos canes hasta llegar a la suma de 17 perros al final de su vida.

           Radio Pantano presumía ser la única emisora que trabajaba sin electricidad, en un momento de la historia nacional donde nadie soñaba con las emisoras comunales y las pocas que existían pertenecían a las familias pudientes, empresarios y terratenientes que utilizaban los medios de comunicación para acceder o manipular el poder político y económico.

           Para Carlos Eugenio Ugarte ser Radio Pantano era su razón de vida, su locura, su poética y su obsesión, el se mantenía de lo poco que le daba la gente por limpiar solares y botar basura en la unidad móvil, a pleno sol se plantaba frente a un negocio y con voz de locutor la cual variaba según la ingesta de alcohol decía: “…Bodega Las Cuatro Esquinas, atendida por su propio dueño, Heriberto Soto, víveres al mayor y al detal, pescado fresco, queso churuguarero, gallinas criollas, conservas de coco aguaditas, mecates para amarrar barcos y para los fracasados en el amor y un kerosene que da una luz azulita por Dios de mi madre…”, al terminar la publicidad le decía a Heriberto “recuerda que la unidad móvil no trabaja sin gasolina” y el bodeguero le daba unas monedas y seguía su faena, cantaba una canción y decía el nombre del autor o del cantante que la popularizó, luego recitaba un poema porque desde los controles le indicaban que era la hora cultural, entonces declamaba Angelitos Negros, Verdades Amargas o Desiderata, luego miraba el sol y decía la hora:  “…en Radio Pantano son cinco para las tres de la tarde, tilín…”. La programación la iniciaba a las siete de la mañana con el noticiero; una vez informo que un grupo de esbirros durante el gobierno de Pérez Jiménez había allanado varias casas y apresado a varios estudiantes en la cárcel de Coro, donde estaban siendo sometidos a crueles torturas por no querer delatar  a sus compañeros. Al terminar la información, Radio Pantano se percato que un esbirro de la Seguridad Nacional lo había escuchado y lo estaba mirando, entonces con rapidez dijo: “Tilín, esta emisora no se hace responsable por los conceptos emitidos por sus colaboradores”.

          Cuando lo doblegaba el cansancio, después de recorrer tanta resolana, se acostaba a dormir en cualquier acera a la sombra de su carretilla. Luego se levantaba, compraba un cuartito de ron, rescataba a su amigo del alma, Narciso Sánchez, mejor conocido como “Chicho el loco” bohemio y vendedor de billetes de lotería, tenia el pelo y la barba roja, la piel tostada por el sol del caribe, se parecía al pintor holandés  Vincent Van Gogh, y usaba una gorra de marinero roída y desteñida   por el sol. Ambos compartían la misma novia, una anciana flaquita que llamaban la aguja, se la llevaban para un banco de la Plaza San Clemente y allí la besaban y le metían mano a destajo. Yo los veía porque me la pasaba pintando  la zona colonial, Chicho el loco siempre andaba con un cuatro desafinado, tenía el complejo de músico y un día la lotería cayó en Coro y el cliente ganador le regaló un dinero, “Bingo”, Chicho Salió corriendo para la Casa Japonesa, cuya sede estaba en la calle Bolívar con Churuguara antes de quedar echa una conserva por el fuego y allí compró una guitarra china anaranjada, luego fue a la licorería por una botella de ron de dos litros y se instalo en un banco de la Plaza San Clemente a darle manazos a la guitarra improvisando versos a la ciudad de Coro, allí estuvo todo el día en trance, poseído por un extraño demonio que lo colmo de alegría.


          Una vez Amador Bendayán  hizo Sábado Sensacional en Coro y promocionó un contrapunteo entre Radio Pantano y Chicho el loco, les ofreció dinero para que no tomaran licor y no dijeran vulgaridades, entonces llego la hora de la filmación y comenzaron bien, los dos se decían palabras con doble sentido pero Chicho el loco al ver que Radio Pantano le iba ganando la partida le dijo: “Si me seguís envainando te voy a dar una puñalada en el celebro”. Como era de esperarse Amador detuvo la filmación.

          Durante la década de los setenta radio Pantano se mudó a la calle 2  del barrio San Bosco, no se le conoció hijos, aunque las malas lenguas decían que Marta La Negra había tenido un hijo con él, su amor platónico fue Pastora Jordan la hermana de Pepe Lupe a quien no se cansaba de dedicarle poemas y canciones. Radio siempre vivió en piezas alquiladas y al final de su vida invadió un terreno al margen de los medanos en un sector llamado “Los Pozones”, allí construyó un rancho, frente a la laguna de Los Orumos pero se quejaba, decía que en ese lugar llegaba poca señal y eso no era bueno para su emisora. Intentó cambiarle el nombre a la radio pero le fue imposible, hasta los cujíes lo conocían como Radio Pantano.

          Cuando la muerte lo sorprendió, apenas contaba con setenta años, pero aparentaba mucho más por el estilo de vida que había llevado, un infarto le borró la señal mientras dormía, días después lo encontraron fuera del dial, los perros jamás se apartaron de él, dicen que su cuaderno de poesía quedo en manos  del poeta Gregorio Meléndez, sería interesante revisar ese manuscrito.

          Un día pasó por Coro Renny Ottolina y entrevistó a Chicho, la ultima pregunta fue ¿Quién es mejor Radio Pantano o tu?, Chicho trago grueso se pasó la mano por su cabellera rojiza y su barba canosa, luego miró el cielo como buscando respuesta, bajó la mirada, miró a Renny  y  enfático respondió “Radio Pantano es mejor que yo, porque el es poeta y yo apenas soy músico”

 José Gotopo
                                                                                                                              Maracaibo, 27/02/2012  
  Fuente fotográfica:  http://hernan-blanco.blogspot.com/2010/09/san-bosco.html                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

3 comentarios:

jrduque dijo...

Qué crónmica tan arrecha, hermano. Lo felicito y le doy las gracias

Ruth dijo...

Disfruté mucho esta historia,hay gentes que por su singularidad se quedan en el corazón de los pueblos, gracias por compartirla

Juan dijo...

Bonita crónica para comenzar este sábado...buscando recuerdos encontré recuerdos; de adolescente viví en la calle duvisí, entre Callejón Riera y Miranda y siempre Radio Pantano pasaba frente a mi casa y decía "Radio Pantano, la única emisora que trabaja sin luz"...

La Pintura en Cuarentena, José Gotopo - Obra Reciente 2020

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