Pionero
de las emisoras comunales en Venezuela
A mi hija Andrea
Quetzalí, nenúfar iridiscente en el agua de mi corazón
“En cada barrio hay,
por lo menos un loco
en cada loco hay,
por lo menos un sueño
en cada sueño hay,
por lo menos un drama
fiel al loco que le dio la eternidad”
Rubén
Blades
Todavía no terminaban de ponerme la
camisa blanca cuando mi madre me dijo: “esa señora que esta en la puerta va a
ser tu madrina, así que te vas con ella hasta la catedral, allí te van a
bautizar”. La señora me tomó del brazo y
nos fuimos caminando hasta la zona histórica de esa ciudad solar que llaman
Coro, cuando pasamos frente al liceo Cecilio Acosta vi venir por la calle
Ampies a un hombre diminuto, barbado y canoso, con una carretilla de madera y
una jauría de perros mansos que lo seguían, enseguida le pregunte a María
Capielo, ¿Quién es aquel extraño personaje? Ella sonriendo me respondió. “ahora si pues, no me digás que no conocés a
radio pantano”.
Mas tarde me entere que ese personaje mítico
de la corianidad se llamaba Carlos Eugenio Ugarte, hijo natural de Otilia
Ugarte, de su padre nunca se supo nada, muchos afirman que nació en Cabure de
donde lo trajeron muy pequeño, otros dicen que nació en Coro, en la misma casa
del barrio el pantano donde se crió, en la calle Miranda entre Riera y ese
camellón de tierra donde vivían esos músicos geniales; los hermanos Palencia
del grupo Duvisí, tan geniales que terminaron otorgándole nombre a la calle.
El barrio “el Pantano” es una de las
zonas mas populosas de la ciudad de Coro, a comienzos del siglo XX era un
suburbio pantanoso, una ciénaga donde desembocan unas quince quebradas que
atravesaban la ciudad de Coro y creaban un río de aguas limpias que succionaban
los medanos y a su paso dejaban grandes lagunas en donde los lugareños solían
ir de pesca o de cacería. Se presume que estas quebradas eran fuentes naturales
de riego para los indios caquetíos que habitaron esta zona y tal vez está sea
una de las razones para el posterior asentamiento de los españoles.
Los conquistadores habían aprendido
el arte de canalizar el agua en la lección de los moros del sur, por eso
canalizaron el río Coro a la altura de Caujarao y por un canal de ladrillos
bajaron el agua hasta varios puntos del centro de la ciudad, donde la gente
disponía de agua fresca y limpia para usos domésticos.
Para aquel entonces la ciudad era una
arboleda con mejor clima, gracias a la presencia del agua canalizada. Este
acueducto desembocaba en esa ciénaga movediza en la zona norte, que poco a poco
se fue endureciendo. Como es de suponer
estos terrenos presentaban dificultad para ser habitados, no obstante la gente
de bajos recursos, sobre todo criadores de chivos y pescadores de la zona
occidental del estado llegaron a Coro con la esperanza de mejorar su nivel de
vida y fundaron este barrio que fue dejando de ser pantanoso a medida que
algunos aspectos de la modernidad fueron llegando a la ciudad, cabe mencionar
la red de cloacas y la represa El Isiro
que nos trajo agua potable por tubería y permitió que los hacendados se adueñaran del acueducto diseñado por los españoles y
mejorado por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez. El canal de agua fría donde
mi hermano Cruz y yo solíamos bañarnos fue truncado y solo llegaba hasta la
huerta de mangos de Chichito Pulido, bordeando todas esas haciendas que
enmarcaban el camino hacia el Río La Peñita, donde los estudiantes del Liceo
Esteban Smith Monzón nos bañábamos cuando esta ciudad aún conservaba muchos
encantos de la ruralidad. Con el agua por tuberías también llego la
desaparición de los grandes bosques que alguna vez tuvo la ciudad de Coro,
nombraré algunos El Bosque de la quinta
el Palmar, El Bosque del Parque Los Orumos, El Bosque de la Sede del Ministerio
del Ambiente, detrás de la residencia del gobernador, El Bosque de la Sede del INOS, en la calle Cuba del barrio San
Bosco, El Bosque de la Calle Democracia
Arriba, frente a la casa de Monche Martínez, El Bosque detrás del taller de Chucho Borregales, en el barrio
Bobare y la Arboleda de Petra Gudiño
donde solía bañarme en sus aljibes antes de que construyeran la urbanización
Los Antonios. Todos estos bosques fueron muriendo lentamente como una migración
de elefantes en el desierto.
Aunado a eso las quebradas fueron
recubiertas con concreto y el agua se hizo tan mezquina en sus causes que solo
aparece cuando llueve a cantaros. De este modo la tierra se endureció, y los
habitantes del barrio “El Pantano” comenzaron a forjar su destino en una ciudad
que no fue nada fácil de conquistar, no solo por los problemas geodésicos, sino
también por el orden jerárquico del mantuanismo coriano que siempre los vio
como campesinos del suburbio, ajenos al
trazado cuadricular de la conquista.
Lentamente la gente del
barrio se integró a la dinámica de la ciudad y ha sido vanguardia en diversos géneros
del conocimiento, cabe mencionar: La Música y el deporte. Un hermano de mi
abuela, el músico Gilberto Riera compuso la canción El Pantanero, que es un himno para los lugareños. El trovador
Asunción Riera a quien mi padre llamaba el sobrino, cantaba esta canción
acompañado de su cuatro con una gracia y un ritmo único y si queremos mencionar
a dos pantaneros universales, basta nombrar al guitarrista Yamil Marrufo y al
pintor Adonay Duque.
Pero le prometí a mi hija Andrea
Quetzali hablarle de Radio Pantano y siento que me estoy dispersando; bueno
hija Radio Pantano nunca fue a la escuela pero aprendió a leer y escribir de
manera autodidacta, aprendizaje que mas tarde lo catapultaría a convertirse en
un notable poeta. Su primer oficio fue la panadería, donde demostró habilidades
de escultor, haciendo figuras con la harina que luego horneaba, para complacer
a los clientes que solicitaban panes con formas tridimensionales reconocidas.
Desde muy joven trabajo en la panadería de los hermanos Pelayo en la calle
Colina, donde comenzó a fluir su veta de
artista, siempre inconforme con la vida cotidiana, pero su verdadera pasión fue
la literatura, lector voraz, escritor de versos y declamador repentista. Pronto
ganó popularidad entre los habitantes de la comarca, quienes lo reclamaban para
que escribiera por encargo los obituarios, oficio que le permitió dejar la panadería
y dedicarse por completo a la bohemia. De golpe el licor lo iluminó y en un
acto de irreverencia apareció públicamente convertido en una especie de locutor
– juglar que con una originalidad telúrica va narrando los acontecimientos más
importantes de la ciudad.
Con tablas irregulares y una rueda de
metal construyo una larga carretilla a la que llamaba “La unidad Móvil”,
acompañado de su entrañable perra “Ñeña”, a su teatralidad le fue incorporando
diversos canes hasta llegar a la suma de 17 perros al final de su vida.
Radio Pantano presumía ser la única
emisora que trabajaba sin electricidad, en un momento de la historia nacional
donde nadie soñaba con las emisoras comunales y las pocas que existían
pertenecían a las familias pudientes, empresarios y terratenientes que
utilizaban los medios de comunicación para acceder o manipular el poder político
y económico.
Para Carlos Eugenio Ugarte ser Radio
Pantano era su razón de vida, su locura, su poética y su obsesión, el se
mantenía de lo poco que le daba la gente por limpiar solares y botar basura en
la unidad móvil, a pleno sol se plantaba frente a un negocio y con voz de
locutor la cual variaba según la ingesta de alcohol decía: “…Bodega Las Cuatro Esquinas, atendida por su propio dueño, Heriberto Soto,
víveres al mayor y al detal, pescado fresco, queso churuguarero, gallinas
criollas, conservas de coco aguaditas, mecates para amarrar barcos y para los
fracasados en el amor y un kerosene que da una luz azulita por Dios de mi
madre…”, al terminar la publicidad le decía a Heriberto “recuerda que la unidad móvil no trabaja sin
gasolina” y el bodeguero le daba unas monedas y seguía su faena, cantaba
una canción y decía el nombre del autor o del cantante que la popularizó, luego
recitaba un poema porque desde los controles le indicaban que era la hora cultural,
entonces declamaba Angelitos Negros, Verdades Amargas o Desiderata, luego
miraba el sol y decía la hora: “…en Radio Pantano son cinco para las tres
de la tarde, tilín…”. La programación la iniciaba a las siete de la mañana
con el noticiero; una vez informo que un grupo de esbirros durante el gobierno
de Pérez Jiménez había allanado varias casas y apresado a varios estudiantes en
la cárcel de Coro, donde estaban siendo sometidos a crueles torturas por no
querer delatar a sus compañeros. Al
terminar la información, Radio Pantano se percato que un esbirro de la
Seguridad Nacional lo había escuchado y lo estaba mirando, entonces con rapidez
dijo: “Tilín, esta emisora no se hace
responsable por los conceptos emitidos por sus colaboradores”.
Cuando lo doblegaba el cansancio,
después de recorrer tanta resolana, se acostaba a dormir en cualquier acera a
la sombra de su carretilla. Luego se levantaba, compraba un cuartito de ron,
rescataba a su amigo del alma, Narciso Sánchez, mejor conocido como “Chicho el
loco” bohemio y vendedor de billetes de lotería, tenia el pelo y la barba roja,
la piel tostada por el sol del caribe, se parecía al pintor holandés Vincent Van Gogh, y usaba una gorra de marinero
roída y desteñida por el sol. Ambos compartían la misma novia,
una anciana flaquita que llamaban la aguja, se la llevaban para un banco de la
Plaza San Clemente y allí la besaban y le metían mano a destajo. Yo los veía
porque me la pasaba pintando la zona
colonial, Chicho el loco siempre andaba con un cuatro desafinado, tenía el
complejo de músico y un día la lotería cayó en Coro y el cliente ganador le
regaló un dinero, “Bingo”, Chicho Salió corriendo para la Casa Japonesa, cuya
sede estaba en la calle Bolívar con Churuguara antes de quedar echa una
conserva por el fuego y allí compró una guitarra china anaranjada, luego fue a
la licorería por una botella de ron de dos litros y se instalo en un banco de
la Plaza San Clemente a darle manazos a la guitarra improvisando versos a la
ciudad de Coro, allí estuvo todo el día en trance, poseído por un extraño
demonio que lo colmo de alegría.
Una vez Amador Bendayán hizo Sábado Sensacional en Coro y promocionó
un contrapunteo entre Radio Pantano y Chicho el loco, les ofreció dinero para
que no tomaran licor y no dijeran vulgaridades, entonces llego la hora de la filmación
y comenzaron bien, los dos se decían palabras con doble sentido pero Chicho el
loco al ver que Radio Pantano le iba ganando la partida le dijo: “Si me seguís envainando te voy a dar una
puñalada en el celebro”. Como era de esperarse Amador detuvo la filmación.
Durante la década de los setenta
radio Pantano se mudó a la calle 2 del
barrio San Bosco, no se le conoció hijos, aunque las malas lenguas decían que
Marta La Negra había tenido un hijo con él, su amor platónico fue Pastora
Jordan la hermana de Pepe Lupe a quien no se cansaba de dedicarle poemas y
canciones. Radio siempre vivió en piezas alquiladas y al final de su vida
invadió un terreno al margen de los medanos en un sector llamado “Los Pozones”, allí construyó un rancho,
frente a la laguna de Los Orumos pero se quejaba, decía que en ese lugar
llegaba poca señal y eso no era bueno para su emisora. Intentó cambiarle el
nombre a la radio pero le fue imposible, hasta los cujíes lo conocían como
Radio Pantano.
Cuando la muerte lo sorprendió,
apenas contaba con setenta años, pero aparentaba mucho más por el estilo de
vida que había llevado, un infarto le borró la señal mientras dormía, días
después lo encontraron fuera del dial, los perros jamás se apartaron de él, dicen
que su cuaderno de poesía quedo en manos
del poeta Gregorio Meléndez, sería interesante revisar ese manuscrito.
Un día pasó por Coro Renny Ottolina y
entrevistó a Chicho, la ultima pregunta fue ¿Quién
es mejor Radio Pantano o tu?, Chicho trago grueso se pasó la mano por su
cabellera rojiza y su barba canosa, luego miró el cielo como buscando
respuesta, bajó la mirada, miró a Renny
y enfático respondió “Radio Pantano es mejor que yo, porque el es
poeta y yo apenas soy músico”
Maracaibo, 27/02/2012
3 comentarios:
Qué crónmica tan arrecha, hermano. Lo felicito y le doy las gracias
Disfruté mucho esta historia,hay gentes que por su singularidad se quedan en el corazón de los pueblos, gracias por compartirla
Bonita crónica para comenzar este sábado...buscando recuerdos encontré recuerdos; de adolescente viví en la calle duvisí, entre Callejón Riera y Miranda y siempre Radio Pantano pasaba frente a mi casa y decía "Radio Pantano, la única emisora que trabaja sin luz"...
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