viernes, 30 de agosto de 2013

RETRATO DE MI PADRE CON AIRES DE TANGO



Se sabe   que nació en Cumarebo hace doscientos años y aún la memoria no le falla, su madre joven ausente es el recuerdo  de sus dos años, por eso le negaron la ternura  y tuvo que trabajar desde carajito, su tía Thilvania enseñándole los quehaceres del mundo cotidiano, la ficción que brota de sus labios es genética pura,  se llama Juan Pablo Belén Faneite Quiñones Castillo Seferén y para evitar trastornos Pablo Faneite para servirles, descendiente legitimo de españoles y holandeses,  lo único que tiene de negro es el pelo, lo demás es andar bien pulío para eso su primo Lorenzo traía los trajes más impecables de algún puerto remoto y cosmopolita.

Un carro nuevo en la puerta es algo necesario, para eso trabaja desde los 12 años, ha sido zapatero, albañil, carpintero, mecánico, panadero, camorrero en la esquina de punta de basura, ha peleado más de cien veces y nunca se le cae el sombrero borsalino para eso es protagonista.
Desde que Jordán Falcón trajo el primer carro a Coro en el año 28 la mecánica ha sido su obsesión, por eso los norteamericanos querían llevárselo a reparar camiones en la guerra de Vietnam, pero prefirió quedarse por los alrededores del "Loco Lindo" por si llegaba algún disco de Julio Jaramillo, no obstante reviso de pie a cabeza el camión del general Jurado hasta que le arrancó los cauchos macizos a pedazos para hacer pelotas de goma.
Le encantaba hablar de aviones, dijo haber presenciado en el año 34 el primer aterrizaje de un avioncito alemán en estas tierras de resolana, "La pista era muy estrecha y el pájaro de hierro toco tierra, descabezando cuanto cardón tocaba hasta que se detuvo con las alas destrozadas, el piloto se regreso por tierra y la nave quedo como chatarra extraña a orillas del campo”.
Dicen en el café nocturno que aún no supera la muerte de Gardel, esa maravilla del sur que vio de cerquita en el celuloide del teatro Armonía, su primo Carlos Ramón "el gato", era portero de ese templo malogrado por la colilla de un cigarrillo que esboronó los sueños y al igual que el purgatorio hizo salir a los genios de la pantalla grande por las ventanas incendiadas, "Hasta que las vigas de acero se volvieron conservas", y las canciones del morocho de la cuadra se esfumaron en la humareda.
En el vagón del tren "La Machetera" viajó varias veces de Coro a La Vela porque viajar fumando era como irse para adentro dejando una estela caligráfica en el cielo.
Secuestrar al maestro Manche implica un retorno a los rituales, Brandy más una cuajada de queso, los ranchos se llamaba el barrio, dios lo cría y ellos se juntan Virgilio Ruiz, Chucho Veliz, Pedro Antonio y Miguel Camacho, tiene la palabra la guitarra, la nostalgia gana por nocaut, Panchon Faneite lo enseño a sonar los bordones, después vino la parranda y la admiración por Buchito Peña, Chive Mora, Adán Fornerino, Chuchanga Madrid, Pache Vargas, él los conoció en ese pequeño Brodway que era la radio Coro (la vieja) de Roger Leiba.
Dispara un tango y todo lo demás va contra los relojes de las torres de las iglesias. Del Colegio Falcón salieron Ely Galindo, Chente Beaujon, Alberto Henriquez, Aristides, Miguel Angel Aguillón y otros que vieron desplomarse la pantalla de ocho cines y la tienda más surtida de la ciudad la de Abigail Aguillón que vendía lo inconmensurable por docena y guitarras españolas, ellos padecieron la agonía solitaria del río, asesinado a mansalva por la represa, que buena vaina maestro Pablo, ya los mangos no dan para viajar a Buenos Aires.
Más de una vez lo vieron rezando el credo al revés para atrapar seretones, "nadie los veía pero al final aparecían desnuitos en pelota pidiendo perdón".
En punta e` basura era una fija "Esa zona la inventé yo, pregúntele a Chico Polo nosotros dos usábamos garrote, era una obligación, costumbres rancias, en esa época se comía mucho pan de horno y uno andaba bien maiziao, una vez le eche un coñazo a uno en la esquina de punta e basura y fue a caer elevao en el aeropuerto".
Hace más de treinta años le esta contando los días a Fidel Castro y el hombre no suelta prenda, para matar el tiempo le da por hablar ingles combinado con papiamento, nunca en su vida toma agua "Eso no es alimento", odia la pepsi cola y defiende a los gringos, acérrimo jugador de domino, narrador oral como ninguno mejor que Cortazar y García Marqués, asesino de hormigas, cada tarde planifica sus masacres en el tronco de una acacia "hoy maté como doscientas". Presenció la Segunda Guerra Mundial desde la bahía de Carirubana viendo pasar los acorazados parsimoniosos hacia la matanza.
Nadie se lo cree pero dice haber repartidos papeletas del partido comunista en el cine San Antonio, siendo pelotero del equipo royal se metió a copeyano, a Hugo Fernando Oviol lo conoció en el Bar "Loco Lindo" y a Polito Acosta Blanco a que Expertación Irahola, el recuerdo lucido de la parranda es el verbo que lo sostiene al margen de su elegancia, un cigarrillo flota entre sus dedos desdibujando un tango, un submarino hundido en Punta Macoya, un accidente Aéreo en Medellín.


CORO, DICIEMBRE DE 1991

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