Se sabe que nació en Cumarebo hace doscientos años y
aún la memoria no le falla, su madre joven ausente es el recuerdo de sus dos años, por eso le negaron la
ternura y tuvo que trabajar desde carajito,
su tía Thilvania enseñándole los quehaceres del mundo cotidiano, la ficción que
brota de sus labios es genética pura, se
llama Juan Pablo Belén Faneite Quiñones Castillo Seferén y para evitar
trastornos Pablo Faneite para servirles, descendiente legitimo de españoles y
holandeses, lo único que tiene de negro
es el pelo, lo demás es andar bien pulío para eso su primo Lorenzo traía los
trajes más impecables de algún puerto remoto y cosmopolita.
Un carro nuevo en
la puerta es algo necesario, para eso trabaja desde los 12 años, ha sido
zapatero, albañil, carpintero, mecánico, panadero, camorrero en la esquina de
punta de basura, ha peleado más de cien veces y nunca se le cae el sombrero
borsalino para eso es protagonista.
Desde que Jordán
Falcón trajo el primer carro a Coro en el año 28 la mecánica ha sido su
obsesión, por eso los norteamericanos querían llevárselo a reparar camiones en
la guerra de Vietnam, pero prefirió quedarse por los alrededores del "Loco
Lindo" por si llegaba algún disco de Julio Jaramillo, no obstante reviso
de pie a cabeza el camión del general Jurado hasta que le arrancó los cauchos
macizos a pedazos para hacer pelotas de goma.
Le encantaba
hablar de aviones, dijo haber presenciado en el año 34 el primer aterrizaje de
un avioncito alemán en estas tierras de resolana, "La pista era muy
estrecha y el pájaro de hierro toco tierra, descabezando cuanto cardón tocaba
hasta que se detuvo con las alas destrozadas, el piloto se regreso por tierra y
la nave quedo como chatarra extraña a orillas del campo”.
Dicen en el café
nocturno que aún no supera la muerte de Gardel, esa maravilla del sur que vio de
cerquita en el celuloide del teatro Armonía, su primo Carlos Ramón "el
gato", era portero de ese templo malogrado por la colilla de un cigarrillo
que esboronó los sueños y al igual que el purgatorio hizo salir a los genios de
la pantalla grande por las ventanas incendiadas, "Hasta que las vigas de
acero se volvieron conservas", y las canciones del morocho de la cuadra se
esfumaron en la humareda.
En el vagón del
tren "La Machetera "
viajó varias veces de Coro a La
Vela porque viajar fumando era como irse para adentro dejando
una estela caligráfica en el cielo.
Secuestrar al
maestro Manche implica un retorno a los rituales, Brandy más una cuajada de queso,
los ranchos se llamaba el barrio, dios lo cría y ellos se juntan Virgilio Ruiz,
Chucho Veliz, Pedro Antonio y Miguel Camacho, tiene la palabra la guitarra, la
nostalgia gana por nocaut, Panchon Faneite lo enseño a sonar los bordones,
después vino la parranda y la admiración por Buchito Peña, Chive Mora, Adán
Fornerino, Chuchanga Madrid, Pache Vargas, él los conoció en ese pequeño
Brodway que era la radio Coro (la vieja) de Roger Leiba.
Dispara un tango y
todo lo demás va contra los relojes de las torres de las iglesias. Del Colegio
Falcón salieron Ely Galindo, Chente Beaujon, Alberto Henriquez, Aristides,
Miguel Angel Aguillón y otros que vieron desplomarse la pantalla de ocho cines
y la tienda más surtida de la ciudad la de Abigail Aguillón que vendía lo
inconmensurable por docena y guitarras españolas, ellos padecieron la agonía
solitaria del río, asesinado a mansalva por la represa, que buena vaina maestro
Pablo, ya los mangos no dan para viajar a Buenos Aires.
Más de una vez lo
vieron rezando el credo al revés para atrapar seretones, "nadie los veía
pero al final aparecían desnuitos en pelota pidiendo perdón".
En punta e` basura
era una fija "Esa zona la inventé yo, pregúntele a Chico Polo nosotros dos
usábamos garrote, era una obligación, costumbres rancias, en esa época se comía
mucho pan de horno y uno andaba bien maiziao, una vez le eche un coñazo a uno
en la esquina de punta e basura y fue a caer elevao en el aeropuerto".
Hace más de
treinta años le esta contando los días a Fidel Castro y el hombre no suelta
prenda, para matar el tiempo le da por hablar ingles combinado con papiamento,
nunca en su vida toma agua "Eso no es alimento", odia la pepsi cola y
defiende a los gringos, acérrimo jugador de domino, narrador oral como ninguno
mejor que Cortazar y García Marqués, asesino de hormigas, cada tarde planifica
sus masacres en el tronco de una acacia "hoy maté como doscientas".
Presenció la Segunda
Guerra Mundial desde la bahía de Carirubana viendo pasar los
acorazados parsimoniosos hacia la matanza.
Nadie se lo cree
pero dice haber repartidos papeletas del partido comunista en el cine San
Antonio, siendo pelotero del equipo royal se metió a copeyano, a Hugo Fernando
Oviol lo conoció en el Bar "Loco Lindo" y a Polito Acosta Blanco a
que Expertación Irahola, el recuerdo lucido de la parranda es el verbo que lo
sostiene al margen de su elegancia, un cigarrillo flota entre sus dedos
desdibujando un tango, un submarino hundido en Punta Macoya, un accidente Aéreo
en Medellín.
CORO, DICIEMBRE DE
1991
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