lunes, 28 de enero de 2019

José Gregorio Gotopo: "¡Mi vida vale oro!"

Alexis Blanco








José Gregorio Gotopo mezcla en su quehacer cotidiano el ejercicio del arte como esencia polímata. Indaga, estudia, teoriza y, esencialmente, resuelve en distintos formatos y géneros sus obras, especialmente la pintura, donde más interés concentra por parte del público. Luchador infatigable, sobrevive a un trasplante de riñón, del cual habla...


Esta pintando y recreando su lar nativo con mayor fuerza ¿Porqué?

-He pintado algunas estampas pueblerinas quizás dominado por la nostalgia, son obras que debí hacerlas en mi juventud, pero pasó el tiempo y no las hice y ahora siento los primeros síntomas de la vejez y no quiero quedar mal con la memoria, entonces he asumido esas tareas pendientes. Me he divertido mucho y estoy a gusto con el resultado, lo mismo me ha pasado con los experimentos cubistas que he venido pintando últimamente, siempre he creído que el cubismo es lo más importante que se ha hecho en la historia de la pintura, de joven pensé en adentrarme en esa geometría sagrada y misteriosa, ahora sé que el cubismo es pintar en tiempo de jazz.


¿Cuál es la diferencia creativa entre el artista Gotopo, antes y después de ese trance quirúrgico?
-Yo no veo ninguna diferencia, soy el mismo pintor, taciturno, solitario, vehemente, lo que si ha cambiado es la valoración del tiempo, cada minuto de mi vida vale oro no puedo perder el tiempo en tonterías, estuve tres años conectado a una máquina de diálisis, fui trasplantado dos veces, me las vi negras, pero de ese trago amargo no bebe mi poesía.


¿Qué rol ha jugado la memoria a lo largo de ese proceso de convalecencia……Cuales han sido esas anclas emocionales que le han permitido resistir de modo admirable?
-Algunos amigos dicen que soy una memoria ambulante, creo que eso lo heredé de mi padre, tu estas empeñado Alexis que hable de cosas que decidí pasar la página hace rato, todo el mundo sabe cómo fue mi convalecencia, escribí una crónica sobre eso y fue publicada en varios medios, pero aquí te la voy a resumir; perdí el primer riñón trasplantado, el que me donó mi hermano Cruz. El riñón se me infectó y tuvieron que sacármelo de emergencia el mismo médico que me trasplantó.


En el quirófano me regalaron una bacteria intrahospitalaria, luego me hospitalizaron en el octavo piso del HUM, es la experiencia más macabra de mi vida, allí conocí el infierno. Después superé la bacteria con otro médico fuera del hospital pero en el HUM se negaron a trasplantarme por segunda vez a pesar de que yo tenía donante, entonces me fui a Colombia y allá me estafaron en una clínica muy famosa. Luego hice un recorrido por el Hospital Pérez Carreño donde unos médicos bolivianos se negaron a operarme, en el Hospital Militar de Caracas me dijeron que tenía que realizar los 60 exámenes preoperatorios de nuevo pero ya no tenía fuerzas ni dinero me estaba muriendo.
De allí pase al Hospital de Acarigua-Aráure donde me sometieron a una ristra de exámenes y al final no me trasplantaron. Entonces sentí que era como una sentencia de muerte, una condena del destino y apelé a mis amigos de izquierda que la mayoría estaban instalados en el poder pero ninguno tuvo coraje para enfrentar a los médicos y burócratas de los hospitales y al final creo que tampoco les importaba mucho mi vida. En una de esas reuniones estériles conocí a la doctora Martha Gómez y me dio el número telefónico de la doctora Candelaria Rodríguez. La llamé y a los días ella me trasplantó en la Clínica Santa Sofía de Caracas. Mi sobrino Henky fue el donante. Para ese entonces yo había quedado sin dinero pero mis amigos músicos hicieron un concierto y mis amigos pintores una subasta y completamos el dinero para la operación, de eso hace ocho años. Hoy me vanaglorio de tener los mejores amigos. Luego hice una gira nacional para promover la nueva ley sobre trasplantes en Venezuela, la Asamblea Nacional la aprobó sin ninguna objeción, pero después vino la debacle económica del país y los hospitales padecen la crisis y ahora no están en condiciones de hacer trasplantes.

Durante la diálisis yo me metí entre ceja y ceja la firme idea de no dejarme derrotar, fue un proceso muy doloroso, muchos me dieron por muerto, pero yo pensaba en mis hijas y me repetía como un mantra “no voy a morir, no voy a morir”. Jamás deje de pintar, estando en diálisis pinte el mural de Pdvsa. El fotógrafo Audio Cepeda me ayudó mucho, jamás dejé de escribir, ni de tocar la guitarra eso me ayudó, siento que tengo muchas cosas por hacer. Hay días que me aterrorizó y me duele el estomago porque varios amigos que fueron trasplantados en la misma época han muerto hasta por tonterías como una diarrea, yo sigo con vida y en las mañanas antes de comenzar a pintar me pregunto ¿Dios mío cual será mi tarea en este mundo?

Diferencie los miedos y temores que sentía cuando decidió ejercer el arte como oficio y los que ha confrontado en esta coyuntura…….
-Cuando decidí ser pintor toda mi familia entro en pánico y tenían razón porque mis antecesores eran unos vagos viciosos que de vez en cuando pintaban un cuadro, andaban desgarbados por la vida, no les gustaba estudiar y no se les conocía casa ni familia y lamentablemente ese concepto marginal del artista aún sobrevive. En la mayoría de los casos cuando alguien piensa en un pintor se le viene a la mente es el estereotipo de la bohemia de París de los años veinte, la que describe muy bien Hemingway. Muchos compradores de arte todavía creen que el pintor es un borracho que está necesitando dinero y esto supone que uno está obligado a aceptar cualquier regateo por la obra y los pintores hemos contribuido a eso, somos el gremio más desunido y feroz, grandes caníbales comiéndose unos a otros, no opinamos, no participamos en política, no participamos en programas comunales, no escribimos, ningún gobernante quiere poner a un pintor de director de cultura o de ministro, decía Sergio Antillano que “ El pintor con que pinte es suficiente”. En cambio los músicos de las orquestas sinfónicas, los escritores y los cineastas se presentaron a la primera Asamblea Constituyente y redactaron leyes que fueron aprobadas para su beneficio y no cabe dudas de que han avanzado, en cambio nosotros somos especialistas en ver los toros desde la barrera y hacer espectáculos en los bares. Soy pintor porque la vocación lo escoge a uno y mi vocación de pintor es como un vendaval de cuaresma, una turbulencia desaforada que no me da sosiego. Estoy cumpliendo cuarenta años en la pintura y todavía hay gente que se acerca y me pregunta, ¿Además de pintar usted hace otra cosa? O la clásica pregunta ¿eso que usted hace le da para vivir? .Le doy gracias a Dios que este oficio me permita mantener a mi familia, hay que vivir en la pintura, escuchar la voz de la intuición, dejar algo de mi piel, de mis ojos, de mi espíritu en cada obra, en cada tela.


Resuma lo que considera haya sido el decantamiento de esa importante experiencia como miembro de la Liga de Estudiantes de Arte de NY.

  Nueva York es la mejor ciudad del mundo para pintar. Allí están las grandes tiendas de materiales para artistas, las librerías, los museos, las galerías, los festivales, es una gran vitrina que muestra lo mejor que se está haciendo en el planeta. Siempre quise estudiar en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York y en 1999 me llegó la oportunidad. El director de cultura Antonio Tinoco me otorgó una beca y ese es el lugar donde más he pintado, allí los profesores se encargaban de analizar y algunas veces desbaratar mi obra, era algo que yo no conseguía en Maracaibo, (aquí los sabios están con sus puertas cerradas) además estudiaba con gente de todas partes del mundo, un cóctel cultural bien interesante, un ambiente de camaradería fantástico, allí gané dos veces el premio “ Punto Rojo”, que se otorga anualmente a los cuarenta alumnos más destacados de la Liga, es decir que pertenecí a la escuela de arte en donde estudiaron los pintores norteamericanos más prominentes del siglo veinte. Mi obra arrastra la impronta expresionista de esa escuela. Un edificio viejo en el centro de Manhattan con más de cien años de vigencia en el medio cultural. Pero un día me tocó regresar, no pude terminar la carrera. Gisela Nones, la nueva directora de cultura, me suspendió la beca a pesar de que yo había traído mis notas excelentes y los informes de mis profesores que hablaban en positivo de mi obra y que fueron engavetados y desaparecidos. Yo fui a Caracas a hablar con Manuel Espinoza, el entonces ministro de Cultura, a ver si me reponía la beca pero no obtuve respuesta. Aún conservo la amistad con los compañeros de clase de La Liga, siempre hablamos por las redes.

¿Y las demás estadías en el extranjero que le dejaron……?
-Viajar es una forma de conocimiento, el viaje te nutre, te aporta, te sorprende, te convida a nuevos diálogos, te llena de alegría, es la mejor terapia el viajero siempre regresa feliz mostrando cosas, soy un viajero crónico, primero a los veinte años recorrí todo el país, después muchos países, siempre con los sentidos abiertos, dispuesto a aprender cosas nuevas, relajado al respirar el otro aire. Tres ciudades han influenciado mi pintura; Nueva York, Ciudad de México y Frankfurt. Allí me topé con grandes pintores y sus obras cuya influencia ha dado densidad a mi lenguaje visual. También valoro mucho la gira que hice por los países del Medio Oriente, desde entonces sigo investigando y descubriendo sobre la influencia de la España árabe en Latinoamérica y su importancia en la cultura.


El naufragio que sufre el país…… ¿Cómo y cuánto ha afectado a su obra y a su ser?
-Cuando termino un cuadro me planto frente a él, me tomo una taza de café y lo miro y más que mirar una obra lo que veo es un milagro, porque este país ya no está para artes, quedamos reducidos a las necesidades básicas, mínimas. Todavía puedo pintar porque mi mujer fabrica las pinturas acrílicas y yo fabrico los lienzos y los pinceles los he comprado en el exterior, los costos para pintar una obra son muy elevados, nuestro nivel de adquisición y la calidad de vida han disminuido, se pierde demasiado tiempo tratando de encontrar alimentos, medicinas y repuestos para carros a precios incomprables. Ya no queda tiempo ni para leer libros que es uno de los grandes placeres de la vida, vivimos en una angustia perenne.


¿Puede (cómo) contribuir su arte en la propuesta general para salvar a la nación de semejante caos?
-La pintura no salvará al país del caos, pero lo hará más humano, más sensible, más vivible, intento pintar bien, pretendo hacerlo bien, esa es mi contribución al país que muchos soñamos. Que cada quien asuma su oficio con honestidad y el mundo será mejor.


Usted persiste en un modelo de acción total del oficio creador, pinta, escribe y hace música…… ¿Cómo enfoca cada disciplina y que método dispone para ejercerlas?
-Soy un artista del renacimiento, no veo las fronteras que dividen las disciplinas del arte, trato de pintar todos los días, me levanto temprano, me baño, tomo café, pongo música y arrancó a pintar, paso todo el día pintando, en la madrugada estudio a los buenos pintores a través de libros o en el internet. Cuando escribo, la poesía surge de manera espontánea, en cambio la crónica, el cuento y el ensayo los voy macerando en la memoria durante años, allí los trabajo lentamente hasta que un día me siento y fluyen como ríos. Otra cosa es la guitarra, mi eterna acompañante, es el elemento esencial para reunirse con los amigos, las clases de música las recibo de Elvis Martínez y Humberto Suarce, tocar la guitarra me eleva el espíritu, me afina la sensibilidad.


¿Cuál es su plataforma de proyección y negociación de su obra?… ¿le permite desarrollarla según sus propios dictámenes?
-Vivir de la pintura es una hazaña, gracias a Dios yo he podido hacerlo, hay una obra que la gente compra y otras que son de uso personal, no las compra nadie, estas obras serán la herencia de mis hijas, ellas verán qué hacen con ese legado. Cuando estoy deprimido las desenrollo y estas me transmiten una energía única que me da fuerzas y me permite seguir adelante, vivir de la pintura es una excepción nunca he firmado contrato un ninguna galería, siempre me he manejado de forma independiente, mis obras se venden, mi mujer se encarga de venderlas porque yo soy muy torpe para eso. Los interesados establecen contacto por mi dirección electrónica donde mantengo una exposición de obras recientes y la obra se envía embalada por una línea de fletes.



¿Cómo le gustaría que lo recuerden… ha jugado alguna vez con la palabra epitafio?


-Que me recuerden como soy: ermitaño, cáustico, romántico y loco, aunque al final a las personas se les recuerda por su obra. Durante mi niñez trabajé varios años en el cementerio de Coro, a ese pudridero de muertos no pienso regresar, por eso no he pensado en epitafios, le he pedido a mis familiares que cuando muera me cremen y las cenizas las lancen sobre los médanos de Coro y que venga un viento huracanado y me eleve por los aires, para seguir viajando.


Alexis Blanco
 

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