sábado, 14 de junio de 2014

JUANCHO

              


               A JUAN ANTONIO CARRILLO mejor conocido como JUANCHO el bibliotecario, lo conocí una tarde calurosa a finales del año 1985, en el instituto NIÑOS CANTORES DEL ZULIA, donde también funcionaba la sede de la universidad CECILIO ACOSTA, una mezcla de arroz con mango que terminó por enfadar al cura OCANDO YAMARTE, porque los comunistas podían infectar a sus niños inocentes, hijos de la pureza del espíritu santo. Los alumnos de la universidad nos sentíamos asfixiados en un local prestado a regañadientes, donde los alumnos éramos vistos como una pareja de recién casados que vive en casa de los suegros bajo una amenaza de expulsión subliminal y constante.



          
          En ese ambiente conocí a JUANCHO, mis amigos me habían dicho que era un intelectual de altura por eso fui a la biblioteca y le pedí algún material sobre la escuela alemana de diseño LA BAUHAUS fundada por WALTER GROPIUS y cual es mi sorpresa, aquel hombre bajito, cabezón, de nariz chata era un catedrático del tema, le pregunté por qué sabía tanto sobre este asunto y me respondió que su hermano había estudiado arquitectura y que su papá y su hermana eran artistas. Inmediatamente surgió una empatía entre nosotros y comenzó una amistad que fue creciendo con los años, había una pasión común que nos conectaba, LA LECTURA DE LIBROS un oficio muy bien desempeñado por las personas de temperamento solitario, esa misma tarde me invito a tomar cervezas por allí cerca, en el solar de LUIS, un viejo manganzon blanco y gigante, atendía a los clientes en short y sin camisa, con unas chancletas de cuero y las canillas flaquitas, su casa estaba rodeada por una bella arboleda con caujiles, mangos y nisperos entre un cementerio de carros bellísimos de la década del cincuenta.

          En ese lugar éramos una fija los viernes por la tarde, un grupo de alumnos casi todos estalinistas y el JUANCHO que era el único adulto siempre irónico y haciendo chistes de nuestra forma romántica de ver el mundo, a veces de allí salíamos a recorrer los bares del mundo nocturno de MARACAIBO, por aquel entonces la delincuencia aun no se había apoderado de las calles. La vida de JUANCHO oscilaba entre los libros y la bohemia, éramos habitantes de la galaxia de GUTEMBERT, y en pandilla recorrimos los lupanares mas oscuros de la madrugada, era una especie de TOLOUSE LAUTRET del trópico, muy disciplinado y responsable en su trabajo y un anarquista nihilista en su vida personal, desordenado y antihorario, inalienable como nadie, no le daba valor a ningún objeto y defendió su independencia y su libertad hasta el último día de su vida, decía que su existencia podía resumirse en cuatro cosas elementales, libros, mujeres ocasionales, licor y cigarrillos. Había nacido en la ciudad de CÚCUTA y pasado su infancia en las montañas de PAMPLONA, comenzó a estudiar agronomía en la universidad de ANTIOQUIA en Medellín, pero a mitad de carrera se cambio para bibliotecología, oficio que le cayó como anillo al dedo. De su época universitaria siempre recordaba a los poetas NADAISTAS, su breve militancia en la izquierda, perteneció a un grupo MAOISTA donde también le dieron a conocer LA MARIHUANA sin llegar a desarrollar ningún apego hacia esta yerba sagrada.

         Un día contó que en medio de unos disturbios en la universidad los radicales habían quemado varios automóviles, entonces el ejército comenzó allanando varias residencias estudiantiles incluyendo la de JUANCHO, el dormía en pantaloneta en un colchón tirado en el piso y en eso entra una cuadrilla de soldados y dan la orden de que nadie se mueva y un comandante abre y revisa la nevera y lo que ve es tan sólo una jarra de agua, entonces comienza a tirarles billetes al aire y les dice: "Tomen hijos de puta para que compren leche y comida izquierdistas malparios", en eso el tipo mira a JUANCHO que tiene de cabecera un afiche del presidente chino MAO ZEDONG y lo relaciona con la cara redonda del acostado y dice el comandante: "Dígame esta marica que duerme aquí, se trae la foto de su mamá para que lo acompañe." 

          El papá de JUANCHO era un genio, de esos pocos artesanos medievales que aún quedaban por esta zona, trabajó mucho para la iglesia católica venezolana, el diseñó y construyó el SEMINARIO DEL MOJAN, y una serie de iglesias en los estados andinos, era un hombre de espíritu renacentista, lector voraz, arquitecto sin diploma, escultor, artesano, diseñador, restaurador, orfebre y pintor con hojilla de oro, el fue el encargado de hacer la silla donde se sentó el papa JUAN PABLO II cuando estuvo por primera vez en Venezuela. La amistad del maestro CARRILLO con el sacerdote OCANDO YAMARTE, conecto a JUANCHO con la ciudad de Maracaibo, una comarca que tiene una relación de amor y odio con los colombianos, cosa extraña porque esta ciudad cada día se parece más a MAICAO, SOMOS LA TERCERA CIUDAD MAS GRANDE DE COLOMBIA. Escuché muchas veces a personas que le decían: "Mosca con los colombianos, porque si no la ponen en la entrada la cagan en la salida."

          JUANCHO se ganó el respeto de la comunidad gracias a la calidad de su trabajo, un día le pregunte como había hecho para no aburrirse en un lugar donde no conocía a nadie y sin familiares y me respondió, leí todos los libros que están en esta biblioteca y le creí porque sabía toda la información que albergaban los anaqueles, por allí pasaron cientos y cientos de estudiantes pidiendo auxilio, atascados en sus investigaciones, JUANCHO los ayudaba de manera desinteresada y a muchos casi que les hizo la tesis, luego estos se graduaban y chao pescao no se volvieron a ver más nunca, porque somos un pueblo con un nivel de conciencia muy baja, siempre estamos viendo como nos aprovechamos del otro, sacarle partido a cualquier situación y después decimos riéndonos: "¿Quién lo mandó de pendejo?". En un país de compra y venta como el nuestro, donde el éxito se mide por los bienes que acumulas y por otros complejos que hemos heredado de una sociedad regida por el petróleo, donde menos del uno por ciento de la población lee libros, era de esperarse que JUANCHO se erigiera como especie de sabio catalán, ese personaje culto que aparece en CIEN AÑOS DE SOLEDAD, un sabio que había que explotar doblemente, el patrón otorgándole un sueldo paupérrimo de obrero, y los alumnos aprovechándose de sus conocimientos con malicia y descaro, pero qué se le va a hacer, el venezolano confunde bondad y humildad con ser pendejo, por estas razones muchos sabios actúan como divos y no se cansan de zapatear a la gente, ahora es que los entiendo.

          A JUANCHO nunca le molesto esto, tenía la piel curtida y no esperaba ningún tipo de agradecimiento, el se vanagloriaba en la majestad de su soledad, la primera vez que expuse en NUEVA YORK le traje una litografía que compré en el museo metropolitano, LOS SEGADORES DE HENO, de PETER BREGUEL y luego se la regalo a una novia, no se apegaba a nada, era frugal como los primeros cristianos, cuando algún amigo entraba en despecho por un romance truncado le decía: "No sufra toche que esa flaquita que ha usted le parece bonita en menos de veinte años va a ser una gorda vieja y fea", una vez apareció en la residencia EMILIO ARAUJO con ganas de suicidarse porque la novia lo había dejado, JUANCHO trato de calmarlo y le brindo unas cervezas, pero el hombre seguía con el tema, entonces JUANCHO busco una escalera, una cámara y un mecate, y le dijo ahórcate pero permíteme que vaya documentando el hecho con fotografías porque este asunto es histórico. Nosotros nos moríamos de la risa y EMILIO también, estábamos frente a un personaje totalmente terrenal pero siempre dispuesto a la aventura, una vez me vio con una novia que se tapaba la mitad de la cara con un mechón de cabello, al otro día me dijo: "¿Qué tipo de boba es esa que ve el mundo con un solo ojo?". Una noche le dio por barrer las hojas del patio de los mangos, hizo una pira y quemo la hojarasca, y cuando el fuego iluminaba todo el ámbito de la casa, dijo: "Ni por el putas se me había olvidado que hoy es la noche de SAN JUAN", se quito el short y comenzó a bailar en pelotas alrededor de la fogata, "Espero que ningún pagano me haya visto" decía al otro día. La primera vez que visite su casa me sorprendí de la belleza de su mascota, era un Búho ámbar de impresionantes ojos amarillos, le había improvisado una jaula en una pipa de metal y por las noches atrapaba ratones vivos para darle de comer a su mascota. Un dia estuve a punto de pelear con el, yo tenia dos novias una en Coro y una en Maracaibo y el fue y le dijo a la de Maracaibo que yo tenía otra en Coro, me moleste y fui a reclamarle, entonces de la manera más serena respondió “…Más bien tienes que darme las gracias porque te saque de ese callejón sin salida…”.

             La tarde que salí de ese laberinto que llaman tesis de grado, lo fui a buscar para que celebráramos y muy serio respondió, "qué vamos a celebrar, ya te graduaste se acabo la bohemia, los amores furtivos en los pasillos de la universidad, el intercambio de libros, los ciclos de cine, ahora viene la diáspora y el éxodo" y así fue Jorge se regresó a Chile, Régulo se fue a Mérida, Alicia a Caracas, José Laurencio a Guanare, Liliana a Houston, Rafael a Porlamar, el poeta Nelson a Río de Janeiro, Aquileo a Valencia, María a La Asunción y yo me fui a Nueva York buscando lo que no se me había perdido, sólo JUANCHO se quedó en Maracaibo en una fidelidad casi medieval con el cura Ocando, fidelidad que pagó con sangre además le consumió los mejores años de su vida.

          Después de toparme con muchos colombianos en Manhattan, entendí que mi conocimiento de Colombia se lo debía a JUANCHO, él me enseño la cosmogonía de su país, el arte, la cultura, la ciencia, la geografía, la historia, la política y sobre todo la literatura, era un verdadero embajador de su Colombia natal, no como estos contrabandistas y filibusteros que han invadido las calles de Maracaibo, tienen un acordeón ensamblado en el cerebro, venden hasta su madre si es preciso y poseen una vasta cultura que va desde Diomedes Díaz hasta Silvestre Dangón sin tomar agua, asumieron el vallenato como una religión autoritaria, son una nueva secta fundamentalista que ya forma parte del código genético de los venezolanos, a todas partes donde van se destacan por la basura que generan y el ruido que hacen, si uno quiere leer no puede porque hay un vecino vallenatólogo que hace alarde de su cultura, si uno va a la playa o al río a escuchar el rumor del agua o a sentir la brisa fresca, allí esta un hijo e´ puta con la capota del carro abierta tratando de reventarme los oídos.

          JUANCHO sentía un inmenso respeto por los juglares del vallenato, Francisco el hombre, Rafael Escalona, Leandro Díaz pero jamás intentó estigmatizar a Colombia con eso, Colombia es mucho más grande me decía, él me presentó a TOTÓ LA MONPOSINA, la más grande interprete del folklore colombiano, que por cierto es muy amplio y denso, luego me encontraría con ella dos veces en el camino, una vez en Manhattan y otra en el puerto de Veracruz. Una vez JUANCHO fue a visitarme a mi taller de la avenida Bella Vista y yo escuchaba a las estrellas de Fania a todo volumen, él entró sigiloso y me dijo "caramba esto parece casa de costeño", años después me enfermé y caí en la máquina de diálisis y el 99 por ciento de mis amigos y familiares me dieron por muerto, pero JUANCHO se solidarizó con mi lucha y siempre me brindo su apoyo, la última vez que me visitó andaba con una novia de lo más bonita, le conocí varias novias y estuvo a punto de casarse pero nunca lo hizo porque le daba terror perder su libertad, decía que matrimonio y libertad no se la llevan bien, además vivía en una eterna anarquía, amanecía leyendo y su cuarto era un reguero de libros, ropa sucia, periódicos y revistas.

          Fumaba como un preso y siempre comió en la calle, cuestión que lo llevó a sufrir de GOTA y el COLESTEROL alto que al final lo arrancó de éste mundo, unos Niños Cantores encumbrados se dieron a la tarea de informar que JUANCHO se había suicidado por miedo a la soledad, yo los insulté porque él no le tenía miedo a nada, venía de una estirpe de guerreros que habían enfrentado los peores males, él mismo me enseñó en Pamplona la calle donde su abuelo se había enfrentado al demonio y en retaliación el innombrable lo molestó en varias ocasiones, pero JUANCHO jamás retrocedió. En Agosto del año pasado lo fui a despedir porque se regresaba a Colombia, nos reunimos en casa de una de sus antiguas novias muy cerca de El Mojan, allí tomamos cerveza, comimos pizza, cantamos las canciones que nos rompen el alma, me dijo que él no quería llegar a viejo porque le daban terror los hospitales y los ancianatos, además no había tenido hijos y no quería convertirse en una molestia para sus hermanos y sobrinos, luego me pidió que cantara el tango de CARLOS GARDEL "Por Una Cabeza", le dije que no lo sabía, pero allí lo ensayé de volada y lo cantamos sin sospechar que esa era nuestra despedida. Unos meses más tarde el poeta Carlos Montilla me llamó para decirme que JUANCHO había muerto de un infarto en Cúcuta, yo anduve aturdido ese día pero no me puse triste porque el había muerto en su ley, así lo había querido, una vez me dijo que anhelaba un infierno a su medida, un lugar donde se encontrara con LA TONGOLELE, PEREZ PRADO, MARILIN MONROE, BILLO FROMETA, NATALIE WOOD, PEDRO INFANTE y AVA GARNERD por supuesto, sería muy aburrido imaginarte en un cielo con católicos santurrones olorosos a mausoleos y un ejercito de ángeles sin sexo definido. 


 
José Gotopo
Maracaibo 22-12-2013 

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